Se aclaró: fue Alito







En su columna de El Universal, Salvador García Soto reveló el escándalo en una fiesta privada de Eruviel Ávila en Toluca, a la que asistió Peña Nieto, y en la que un joven gobernador del sureste, con quién sabe qué sustancias en el torrente sanguíneo, discutió con alguien del gabinete y quiso golpearlo pero el puñetazo fue a la cara del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, que trataba de separarlos y el fin de fiesta fue que el "joven gobernador" y Manuel, en vuelo unido, le cayeron encima al Secretario de Salud, José Narro.

Al leer las claves del texto: joven gobernador del sureste, amigo de Manuel Velasco y la agresión al secretario de Salud, de inmediato concluí que se trataba de Alito. ¿Quién más? Milagro que no agarró a patadas a Narro, exrector de la UNAM, porque Moreno Cárdenas es cruel con los universitarios.

Publiqué en Facebook la nota de Salvador García y expuse mi sospecha.

Veloces, los alitolovers salieron a defender la mano que los protege de la inanición incriminando a Beto Borge. Afirmaron que fue el gobernador de Q. Roo el protagonista de la bronca y la víctima era Pedro Joaquín Coldwell.

Pero ayer, en el diario Respuesta de Playa del Carmen, el editorialista Guillermo Vázquez Handall revela que sí, en efecto, fue Alito el que armó el desastre porque “no se encontraba del todo bien”, agrega que “el gobernador de Chiapas, de quien se sabe públicamente es gran amigo del gobernador de Campeche, intentó sostenerlo para ayudarlo, pero tropezaron accidentalmente en la maniobra y como se dice coloquialmente de paso se llevaron de corbata al secretario de Salud”. Pero que fue un tropezón, un accidente.

Y hoy, en Facebook, el periodista Rafael Loret de Mola confirma que fue Vandalito el responsable.




Bochornos aparte, me preocupan dos cosas: primera, si frente al Presidente y a la primera plana de la clase política que maneja el país Alito armó semejante pelotera, es porque estaba muy, muy saraguato. Imagínense qué no hará aquí, sin la supervisión de sus superiores y respaldado por el silencio de los medios, a quiénes tiene bajo control.

Y segunda: para llegar a esa fase del viaje astral hace falta combustible de altísimo octanaje. ¿Qué tanto se habrá metido Alito entre ceja, oreja y fosas nasales? ¿Será que, al igual que su constancia de bachiller, sus actas de nacimiento y su título de abogado, también falsificó la prueba anti-doping que se hizo durante su campaña al gobierno del Estado de hace un año? 







Besitos.

Tantán.

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